El artículo estudia la evolución de la agenda de transparencia de los partidos políticos a partir de 2000 y los obstáculos que ha enfrentado. Sugiere que se trata de una asignatura pendiente de la democracia mexicana que puede empezar a cambiar a partir de la reforma constitucional de 2013 que incluye a los partidos como sujetos obligados de transparencia a nivel constitucional. El texto analiza el efecto corruptor que ha tenido el costo creciente de las campañas sobre el funcionamiento del sistema político y económico. Concluye con algunas ideas para combatir el efecto corruptor del dinero en la política.